Un grupo de investigadores ha calculado que la producción de alimentos a nivel mundial, pierde un rendimiento anual de entre un 10% y un 23% a causa de la acción de los hongos, a esto hay que sumar que se produce una pérdida post-cosecha de entre un 10% y un 20% debido también a las infecciones por hongos. Estos datos muestran el significativo impacto que tienen las infecciones fúngicas en la seguridad alimentaria, siendo una grave amenaza para la cadena mundial de suministros alimentarios.

Se considera que los hongos son muy eficientes a la hora de destruir cultivos, se puede citar como ejemplo alguna de sus particularidades características, algunas especies producen esporas capaces de permanecer en los suelos agrícolas durante cuatro décadas, otras especies producen esporas que pueden viajar miles de kilómetros y contaminar cultivos de otros continentes, tienen una gran capacidad de adaptación gracias a las mutaciones o mediante la recombinación sexual.

La necesidad de alimentar a una creciente población mundial propició la denominada revolución verde que transformó el modo de producir alimentos creando grandes campos de monocultivos, donde se suele cultivar la misma variedad alimentaria. Esto ha causado la proliferación y aparición de nuevas cepas agresivas de hongos, ya que estos monocultivos genéticamente uniformes, son protegidos por uno o dos genes de resistencia a enfermedades, y tratados con fungicidas concretos.

Los expertos recomiendan que es necesario usar otro tipo de fungicidas y compuestos con mayor espectro y no tan selectivos y exclusivos como hasta ahora. Reproducir genes de resistencia en las plantas utilizando la edición genética para que tengan una mayor protección frente a hongos y otros microorganismos, aunque se trata de una solución complicada debido a las trabas legales presentes en muchos países.