Existe una convención (no oficial), que clasifica los alimentos en cinco gamas. Estas categorías se diferencian en la modalidad de conservación de estos alimentos, cada una de ellas tiene sus propias características y particularidades, desde los alimentos frescos a los enlatados o congelados, hasta los que se sirven listos para consumir.

No todos los alimentos que se encuentran en el mercado se presentan de la misma manera. Unos se ofrecen tal cual, en su forma y estado original. En cambio, otros se han sometido a una serie de procesos de cortado, pelado y envasado. Esta diversidad es posible gracias a los avances tecnológicos que ha experimentado la industria alimentaria a lo largo de los años. Y también es consecuencia de los cambios en los hábitos de consumo que ha protagonizado la sociedad. En este artículo vamos a repasar las diferentes gamas:

Alimentos de I gama: Son los alimentos frescos que no se han sometido a ningún tratamiento de conservación o higienizante, como fruta, verdura, carne, pescado o cereales. Mantienen todas sus propiedades organolépticas (gusto, olor o sabor) y, para mantenerlas, deben conservarse en la mayoría de los casos a temperaturas de refrigeración. Se trata de alimentos muy perecederos, por lo que las condiciones de conservación y manipulación deben ser muy cuidadosas para evitar riesgos.

Alimentos de II gama: Son productos o alimentos que envasados siempre en envases herméticos (botes de cristal, latas u otros envases) han sido objeto de un tratamiento térmico para alargar su conservación. Se trata, por tanto, de los productos conocidos como conservas o semiconservas. Así, su mantenimiento podrá hacerse, en la mayor parte de los casos a temperatura ambiente (en el caso de las conservas) o bajo condiciones de refrigeración (en el caso de las semiconservas).

Alimentos de III gama: Son los que se conservan mediante frío, es decir, por congelación o ultracongelación. La congelación es una de las formas de conservación más larga. Gracias al proceso de congelación, los alimentos se conservan en buen estado siempre y cuando se mantengan en el congelador. Para estos productos es muy importante que no se rompa la cadena de frío, es decir, que se descongelen y vuelvan a congelar o estén congelados parcialmente, por lo que las condiciones de almacenamiento y manipulación deben respetarse al máximo.

Alimentos de IV gama: Son los envasados al vacío o en atmósferas controladas. Se presentan listos para cocinar, cortados y pelados, envasados al vacío o en bolsas o recipientes en atmósfera controlada. Las bolsas de ensalada o verduras peladas y cortadas listas para ser utilizadas directamente son algunos ejemplos.

Alimentos de V gama: Son aquellos que se presentan listos para consumir. Algunos de ellos solo necesitan ser calentados, como las lasañas, las tortillas de patata, las miga y otros platos preparados. Otros tantos requieren ni siquiera eso, tal es el caso del gazpacho, el guacamole, el hummus, entre otros. Estos productos se han sometido a procesos higienizantes, como la esterilización y la pasteurización, que garantizan su salubridad y seguridad, así como sus cualidades organolépticas originales.