Durante estos últimos años, el pesimismo en relación al futuro del producto, del mundo culinario, de la alimentación y de la gastronomía, se ha acrecentado considerablemente.

Efectos visibles en nuestra tierra y el mar.

Cada vez es más complicado encontrar un buen tomate, un huevo de gallina, unas lentejas, unos guisantes, buen mejillón, o un correcto corte de presa de lomo ibérico. Alimentos que antes era común encontrar y que hoy son los nuevos productos de lujo de la gastronomía actual.

Cuando hace sólo 50 años se consumían 25 millones de toneladas de pescado y marisco en todo el mundo, en la actualidad esta cifra la hemos multiplicado por ocho. Si a ello le unimos que decenas de especies desaparecen cada año de nuestros mares a causa de la intervención del hombre y de la contaminación del agua, la situación cuanto menos es preocupante.

En el mundo vegetal, la situación no es menos desastrosa. Hoy sólo conocemos un 5% de las hortalizas que existían en el mundo hace un siglo, siendo la llamada "Revolución verde" la causante principal de este triste suceso que ya está causando la aparición de nuevas enfermedades, la propagación de uniformidades genéticas en las especies y la aniquilación de materias que han estado con el hombre hace miles de años.

Sostenibilidad.

Lamentablemente, la gestión del territorio y la pérdida de la soberanía alimentaria por parte de agricultores, pastores y campesinos de todo el mundo está a la orden del día.

Según un informe del National Geographic entre los años 2005 y 2008 los precios en cereales como el maíz y el trigo se han triplicado a nivel global. Entre los años 1993 y 2005 el consumo del cerdo en China sufrió un incrementó del 45%, y aún siendo el segundo productor del mundo de maíz, el gigante asiático no fue capaz de producir el grano suficiente para alimentar a estos animales. El actual mapa de distribución y planificación de los recursos alimentarios mundiales es disparatado: Mientras unos países dependen totalmente de las importaciones, otros acaparan las producciones de alimentos básicos por mera especulación inflacionista, ya sea para consumo alimentario o para la producción

El crecimiento de los países emergentes y el escandaloso incremento del consumo de todo tipo de productos vegetales y animales han conseguido que la media recorrida por los alimentos que degustamos esté entre los 1.500 y 3.000 Kms., dependiendo del país donde nos encontremos, cuando no hace mucho nuestra dieta se basaba en alimentos del entorno más próximo.

¿Podremos recuperarnos a tiempo?

Nunca el hombre había experimentado un fraude tan sistemático y de tal envergadura del completo espectro alimentario; un círculo vicioso atroz alimentado desde los productores a los restaurantes, pasando por los distribuidores e intermediarios de toda índole. Si tampoco existe una concienciación medioambiental que nos permita rechazar las atrocidades que cometemos contra los ecosistemas de nuestros alimentos, ¿cómo vamos a rechazar que por cada Big Mac consumido en el mundo se emitan 2,2 kilos de CO2 a la atmósfera?

Mientras aumenta el interés por los estilos de vida alrededor de la gastronomía, para una gran parte de los humanos el interés por la agricultura, la alimentación de la Tierra, la cultura entorno a la culinaria, sus orígenes y posibilidades desaparece cada año. Poco o nada nos importa lo que son los fertilizantes químicos nitrogenados, los antibióticos introducidos en piensos y cadenas genéticas... elementos que están deteriorando de forma masiva la alimentación de las generaciones futuras. La solución está en la propia naturaleza, siempre que el hombre se lo permita.

 

Fuente: "Un futuro aterrador". Real Academia de Gastronomía.